Con este post se cierra la definición de las características del Narcisista. Es por tanto el cierre de una etapa, pero también es el comienzo de otra. A partir de ahora vamos empezar a hablar de cómo los narcisistas y/o psicópatas manipulan sutilmente hasta la destrucción a su víctima.
Cuando me refiero a la destrucción, no lo hago haciendo referencia tan solo al plano físico, sino también al psicológico. Tras una relación íntima con sujetos con estos perfiles las víctimas ya no será capaz de ver la realidad por sí mismas. Su pensamiento y su capacidad de percibir los estímulos externos estará tan influenciada por el pensamiento del abusador, que ya no podrá tomar decisiones para sí mismo, si siquiera para su propia salvación. Cuanto más tiempo se pasa con ellos esto es más grave y más compleja es de superar esta distorsión de la realidad.
El narcisista basa su relación con la víctima, y con todos en general, en satisfacer sus necesidades. No duda en manipularlos y en tratarlos como objetos útiles para lograr sus objetivos (cosificación). Ellos mismos fueron manipulados y humillados cuando eran unos niños por sus propios padres con el fin de satisfacer las necesidades propias y no las del niño, que por edad, es dependiente de los cuidados parentales.
Pero ya dijimos en un post anterior que la manipulación sólo es posible cuando el sujeto se ha ganado la confianza de su víctima. Por ello, al principio lo que hacen es seducirla con mentiras y promesas falsas para ganar su confianza. Así, bajas las defensas de su víctima, ya pueden empezar a sacar provecho de la relación.
Esto es una traición en toda regla. Una traición más perniciosa todavía cuando se da en el seno de la relación paterno-filial, porque aquí la confianza es básica y los efectos de este comportamiento en el niño, devastadores.
No olvidemos que para los sujetos con personalidad narcisista el fin justifica los medios. Incapaces como son de ver a los demás como personas reales, pues para ellos “no existen”, a sus ojos son sólo objetos que ellos pueden usar y tirar.
En los siguientes post analizaremos con detalle cada una de las estrategias de manipulación:
- Negación
- Falta de atención selectiva
- Racionalización
- Desviación
- Mentira
- Intimidación encubierta
- Desempeñando el papel de víctima
- Despreciando a la víctima
- Desempeñando el papel de criado
- Seducción
- Culpando a otros
- Minimización
Negacion
Los narcisistas son incapaces de reconocer que han hecho algo mal o algo dañino para los demás. Incluso lo niegan abiertamente cuando se les pregunta directamente, aunque les hayan pillado in fraganti. Esta táctica del “¿quien?… ¿yo?” no es una forma de “jugar al inocente”, sino una maniobra que usa el agresor para conseguir que otros duden, lo ignoren, o hasta para hacerlos sentir culpables por insinuar que él hace algo incorrecto.
No olvidemos que cuentan con que los demás fueron educados para no hacer atribuciones negativas del otro.
En este perfil, la estrategia de negación no surge como una estrategia de defensa que utilizan los no psicopáticos para adaptarse a situaciones estresantes, como el fallecimiento de un ser querido o una ruptura amorosa. En estos casos negar que el hecho ha ocurrido es parte del proceso de aceptación del mismo.
Los narcisistas utilizan la negación conscientemente y como estrategia aprendida para conseguir sus objetivos. Esta táctica, junto con su delirio de grandiosidad, se convierten en un arma tan poderosa para ellos y tan absurda para el que no es víctima de sus redes, que son capaces de negar lo evidente y creérselo. Por ejemplo, si el narcisista es pillado con un recibo de un gasto importante en el bolsillo de su chaqueta y el pago realizado con su tarjeta de crédito, es capaz de negar insistentemente el haber realizado la compra.
Se mueven en otros códigos de valores y es muy difícil para el resto entender estos comportamientos.
Falta de atencion selectiva
Esta táctica es muy simple, tanto que con frecuencia nos coge desprevenidos. Consiste en lo que coloquialmente se llama hacerse el tonto o el olvidadizo. El sujeto intenta no prestar atención a lo que el otro quiere comunicarle o simula que no ha prestado atención.
A menudo esto sucede porque sabe lo que se le quiere decir y no le gusta. No le gusta sencillamente porque lo que se le plantea podría representar un inconveniente o una distracción para él en la persecución de su objetivo, que es lo único que le importa. En otras ocasiones porque directamente no quiere escuchar lo que dice el otro, ya sea por falta de aprecio y respeto a su razonamiento o por simple desinterés en el tema que se le plantea -recordemos que cualquier cosa que represente para él algún coste o asumir una norma de comportamiento, la considerará inapropiada o fuera de lugar, en el caso del narcisista-.
La diferencia en el psicópata es que éste se ve muy por encima de estas normas, porque es un ser superior -según sus apreciaciones distorsionadas- y simplemente las desprecia.
Esta es una estrategia muy utilizada por la personalidades psicopáticas, dejar fuera de juego al otro gracias al efecto sorpresa que le provoca su reacción. Así, ante este comportamiento, el manipulado no suele tener capacidad de reacción y esto les sirve a los abusadores para imponerse, mas sólo en un primer momento.
- Primero, porque el desconocimiento de causa no exime del delito y hacerse el despistado o el desconocedor de la norma o conversación sólo le servirá en situaciones puntuales y en las primeras ocasiones,
- y segundo, para ganar tiempo con el desconcierto del oyente, lo más probable es que a partir de ese momento el tema se centre en volver a la conversación o explicación de la norma y no a su falta, tratando así de conseguir que se olvide su comportamiento.
La racionalización es un mecanismo defensivo que desarrolla un individuo para justificar sus acciones y evitar la censura (*)
De esta forma el narcisista busca dar una explicación lógica a su conducta o a sus pensamientos que le evite ansiedad y sentimientos de culpabilidad. Con este mecanismo mental justifica un comportamiento inadecuado o dañino, ante si mismo y ante los demás.
Cuando el psicópata desarrolla esta estrategia lo hace con la intención de eximir su culpa y o dar un sentido a su comportamiento con un argumento racional y con cierta lógica para el oyente. Generalmente, de forma tan persuasiva que el otro, el manipulado, termina por dudar de lo que en realidad ha ocurrido.
Cuando el psicópata desarrolla esta estrategia lo hace con la intención de eximir su culpa y o dar un sentido a su comportamiento con un argumento racional y con cierta lógica para el oyente. Generalmente, de forma tan persuasiva que el otro, el manipulado, termina por dudar de lo que en realidad ha ocurrido.
Por ejemplo, al explicar una paliza, el agresor dirá que fue el otro el que con su comportamiento se lo estaba buscando. Que le estaba provocando y sacando de sus casillas… incluso de que ¡fue por culpa suya!
El agresor hará dudar a su víctima de su propia interpretación de los hechos.
Esta táctica se puede desarrollar de forma tan poderosa que:
- Por un lado, a el-la agresor se exima mentalmente a si mismo de toda culpa. Hasta el punto de que olvida de la realidad y se cree su propia distorsión de los hechos, su propia excusa. Así deja la puerta abierta para volver a desarrollar este comportamiento en el momento que lo desee o que no pueda controlarlo.
- Por otro, evita que su víctima le pida explicaciones. Hará incluso que se sienta culpable de haber provocado su reacción y se sienta mal por lo que haya podido hacer.
Si hablamos de psicópatas esta estrategia se agrava todavía más. En estos casos a este comportamiento ya de por sí extremadamente dañino, se añade el factor de falta de empatía propio de este perfil. En casos como estos, la situación se recrudece y amplifica hasta puntos difíciles de comprender para una mente sana, tal es la variedad y complejidad de los hechos y la película que pueden llegar a montar estos individuos.
Desviacion del tema
El manipulador narcisista es un experto en saber como cambiar el tema o de algún modo darle la vuelta a la historia.
En este caso, la desviación no se da por falta de interés en el otro o por llamar la atención -objeto de anteriores post- sino que se trata de una perversa estrategia planificada y automatizada que utilizan para mantener su comportamiento fuera del punto de mira y quedar libres para sus propios fines egoístas y ocultos.
Cuando un narcisista desvía o cambia de tema no es que salgan con una cuestión de tipo superficial, sino que lo que hacen va más allá en cuanto a planificación y estrategia.
Es habitual que utilicen reproches para desviar el tema hacia la otra personay característico que cambie desde ese momento el tono de voz para dirigirse a la pareja, comienza aquí la reyerta, y el fin casi conseguido . Y lo hacen con tal carga emocional, que si el oyente no está entrenado para aislarse y no escuchar-interiorizar su discurso, lo dejará KO.
Esta estrategia es propia de momentos en los que sienten que son atacad@s o invadid@s. Ell@s, l@s psicópatas, necesitan disponer de un gran espacio psicológico en el que sus mentiras y su vida inventada no se vea amenazada; un espacio donde los sentimientos de grandiosidad tengan cabida. Ese “ataque” que han percibido, con frecuencia, ni es real ni intencional por parte del otro.
Esta táctica ya tiene un final planeado: hacer sentir a la víctima tal y como ellos se han sentido; para ello, lanzan una ataque desviando la atención, y saben que la respuesta a esto va a ser una defensa y que así, el tema inicial caerá en el olvido y, a partir de ese momento el tema se centrará en la nueva polémica creada, una vez iniciada la disputa. Para rematar la jugada introducirá otra estrategia intimatoria, como la de crear culpa o avergonzar.
Ya hemos dicho en otros post que estos hábiles observadores han detectado los fallos y puntos débiles de su víctima; desde entonces empiezan a trazar un plan para sacar provecho de su víctima. Por eso, esta conducta les ayuda a desviar la atención de sus temas “tabú” mediante ataques a la víctima sobre aquellos aspectos de su vida o acciones dolorosos y que no quiere tratar.
En esta estrategia se deja ver más clara la intencionalidad psicopática del hacer daño per sé, por interés propio, cuanto más mejor. La desproporción en cuanto a la carga emocional y las intenciones por las que se inició la comunicación reflejan hasta que punto, el agresor quiere hacer que la víctima pierda su norte, sus referencias racionales y cognitivas; siendo así cada vez más vulnerable y fácil de utilizar por él.
Con frecuencia, las debilidades que el manipulador está reprochando a su víctima ni siquiera son reales o forman parte de ésta. Más bien al contrario, porque lo que reflejan son las carencias del propio agresor. No olvidemos que, en el fondo, los psicópatas son personas que con problemas psicológicos graves que tienen su punto de partida en la niñez y que por ello siempre se están protegiendo. Y para ello un buen ataque es una defensa extraordinaria. Dejar al oponente gravemente herido -física o psicológicamente- le asegura su salida exitosa.
Su comportamiento les devuelve la imagen deseada de sí mismos, esa que quieren proyectar al mundo, de persona invencible y todopoderosa. Lo que pase más allá, en este caso en los cerebros y cuerpos de las víctimas, no tiene la más mínima importancia para ellos.
Mentira
El perfil narcisista utiliza todo tipo de mentiras, en muchas ocasiones sin un motivo aparente. Cuando mienten, bien buscan divertirse o reírse del otro, o bien para sentir que quedan por encima de los demás.
Suelen mentir en casi todo pero, lo que más les gusta es hacerlo con sutileza. Por ejemplo y con frecuencia, mienten sólo en una parte de la historia u omiten parte de la información. Saben muy bien como hacer que una mentira a medias parezca verdad.
Esa media verdad, aumenta sus posibilidades de rectificar o incluso de recordar lo que tienen que decir, en caso de ser pillados. Si se ven en la necesidad de rectificar, se centrarán sólo en la parte de verdad que contaron y utilizarán la desviación o la modificación de parte de la historia para quedar como menos mentirosos o menos malo.Es posible que, incluso, hagan alusión a la invención del otro ya que sólo es una parte la que ha cambiado.
Parece una estrategia común, que el resto de mortales utiliza a diario, ¿verdad? Y sí, lo es. De hecho ésta no es una estrategia exclusiva de narcisistas o psicópatas, pero sí es una estrategia característica y definitoria del trastorno narcisista de la personalidad. Es decir, no solo ellos lo hacen, pero ellos lo hacen siempre y, cuando sigas leyendo, verás que muchas diferencias en el trasfondo y la motivación intrínseca de estas mentiras.
Los psicópatas viven de su ingenio y se congratulan de su capacidad de tomarle el pelo a la gente.
Mentir o engañar, para los narcisistas y psicópatas no tiene importancia: el objetivo es ganar o mantener la imagen de superioridad basada en su habilidad para aplastar a los demás, todo lo demás carece de importancia. La mentira del psicópata es fría, premeditada, construida con gran perfeccionismo estratégico, para llevar a cabo la concreción de sus necesidades especiales
Mienten por automatismo. Han generalizado tanto esta estrategia en su vida que les sale de forma automática, sin tener que ver con la cuestión de la pregunta. Ante una pregunta inesperada, contestarán con una mentira, como si de un posible ataque se tratara, y de hecho, así es como lo perciben.
Han contado tantas mentiras, han inventado tantas historias, que no es de extrañar que ante una cuestión imprevista reaccionen como si de una encerrona se tratase. Y lo que es más llamativo, si cabe, es la convicción con la que mienten, independientemente de la trascendencia y la evidencia de la mentira. Para ellos: lo que es verdadero es lo que dicen en el momento, se lo creen y lo incorporan a su memoria, como los demás las experiencias reales que tenemos.
Suelen mentir en todas las parcelas de su vida. Tanto que la vida que cuentan es una vida inventada, una vida que a ellos les hubiera gustado vivir o que encaja con los imagen de ellos mismos que quieren proyectar.
Esa vida que cuentan, no tiene que ver con la realidad que han vivido, pero con frecuencia contiene pedazos de su vida real y otros inventados o copiados de otras personas.
Mienten en sus historias, sobre su pasado, sobre sus relaciones, sobre su familia, sobre su infancia, total o parcialmente, pero la base de su vida es la mentira.
Necesitan creer que son algo mejor de lo que realmente son y para ello lo inventan e interioridad la mentira, para poder contarlo al resto como si de La Verdad se tratara. En algunos fragmentos de su relato aparecen lagunas. La explicación a estas lagunas de la memoria está en que cuando el recuerdo es muy doloroso no graban esa información y cuando quieren acceder a ella no la consiguen recordar y, de modo espontáneo, la inventan.
Sólo en momentos puntuales y de cierta intimidad pueden desvelar parte de la verdad, y digo parte, porque cuando llegan a cierto punto en los que se sienten débiles contando la verdad, frenan y desvían la conversación.
Cuando se convive con ellos es relativamente fácil pillarlos, porque no cuentan con que el otro tiene memoria y que la mentira tiene los pies cortos. Con el tiempo, cuando la “bola” se ha hecho complicada o cuando su interlocutor empieza a atar cabos y hace algún reproche zanjan el tema usando otra de sus estrategias: desviación, creación de culpa o incluso pueden verse desbordados y reaccionar de una forma más violenta.
El narcisista encuentra siempre un modo de tener razón, sin importar de lo que se trate. Las víctimas en cambio, ante una confusión permanente entre la verdad y la mentira van camino de la desestabilización.
Intimidacion encubierta
Los narcisistas frecuentemente intimidan a sus víctimas con amenazas sutiles y no hemos de olvidar que la víctima más afectada es la pareja. Estas amenazas suelen ser indirectas o implícitas, en muchas ocasiones se trata tan solo de gestos, que ni siquiera necesitan una palabra reprobatoria; en otras, ya estaba todo dicho.
Cuando se llega al punto de manipulación en que se puede utilizar esta técnica, la víctima ya está atrapada en su tela de araña, inmóvil ante sus ataques, esperando que aguantar por amor consiga abrir los ojos a su agresor y vuelva a ser la persona que conoció en la primera etapa de relación, durante la seducción inicial que hemos descrito como de encantamiento. La víctima espera inútilmente. Como ya podéis imaginar, la persona de la que se enamoró no existe. Jamás existió. Fue un personaje de ficción creado por el manipulador para lograr sus objetivos depredadores.
Y así consiguen alimentar más la culpa y vergüenza en el otro, dos de sus armas favoritas, que emplean con gran efectividad.
Ambas son tácticas especiales de intimidación que van provocando un desgaste progresivo de la pareja. Como resultado de la manipulación acabará dudando de sí misma, de su comportamiento, de las decisiones que toma, de las personas de apoyo que la rodean y que la han rodeado siempre, de las habilidades que con anterioridad le servían y ahora parecen inútiles.
Dudará de todo lo que la hacía una persona válida.
Las estrategias de manipulación sirven para ir destruyendo a la víctima y convertirla en total dependiente del narcisista. Ella/Él son sólo un medio para aumentar su autoestima y sentir poder ante el resto de su entorno. Así, cada día pueden “salir de casa” con el ego hinchado gracias a la sensación de dominancia y la sumisión del otro, que les hace sentirse brillantes y les estimula a salir a buscar su próxima víctima.
Con demasiada frecuencia el hogar de la víctima, que en circunstancias normales sería un entorno dedicado al afecto, la confianza, el amor, la tranquilidad y el descanso, se convierte en un campo de batalla con el agresor y con uno mismo. Las consecuencias serán un estado de estrés que a medio o a largo plazo adquirirá una sintomatología ansioso-depresiva, y que, con demasiada frecuencia, puede derivar en trastornos psicológicos de mayor gravedad.
La víctima experimenta una sintomatología ansiosa que es la consecuencia al estado de exposición constante a factores generadores de estrés como:
- El sentimiento de culpa y de vergüenza fruto de reproches, intimidaciones y otras estrategias de manipulación descritas.
- La certeza de saber que, haga lo que haga, la persona amada le hará sentir mal.
- La incertidumbre de no saber por dónde saldrá ese día, hasta qué punto le hará daño, cual será su diana para poder herir.
Todo este revuelto de sentimientos dolorosos, temores, incertidumbres y angustiasgeneran un estado de ansiedad anticipatoria que termina por convertirse en generalizado. En primer lugar afectará al humor, pero con el tiempo no sólo perturbará el estado emocional sino que irá haciendo mella en todo el organismo. Los primeros patrones afectados son los de la alimentación y el sueño, después se altera el nivel de cortisol y a partir de ahí, se va deteriorando el sistema inmunológico de la víctima, lo que aún la hará más débil para poder ser manejada y destruida.
Estas estrategias no sólo son poderosas per se, sino que en el caso de los narcisistas psicópatas, ya de antemano, tienen la intención de destruir a la víctima y le aportan la seguridad de que sus acciones no dejarán rastro. Esta manipulación planificada y consciente es la antesala del maltrato físico, pues la víctima se queda sin puntos de apoyo, sin creer en sí misma, convencida de no merecer la atención de nadie, sin poder explicar lo que está viviendo y sin poder demostrarlo. En esta situación se encuentra indefensa, sin nada por lo que luchar, con la autoestima anulada. El único reto que se plantea es cuidar de alguien que no sabe amar, que con frecuencia le expresará “ ni para eso vales”.
Desempeñando el papel de victima
Esta táctica del narcisista implica retratarse a un mismo como una víctima inocente de las circunstancias o del comportamiento de alguien. El objetivo que persigue es que le compadezcan y poder conseguir así algo de la otra persona.
El hecho de “jugar” por un lado dar pena y provocar en el otro sentimientos de ternura y por otro lado simular una empatía a través de la cual aparentan ser la única persona en el mundo que te entiende, que puede ver tu mejor cara, que te puede ayudar y que te quiere, es también una gran habilidad del narcisista.
Si logran provocar ese sentimiento de compasión y entrega en la víctima, es porque poseen las habilidades necesarias para conseguirlo. Se presentarán como pobres víctimas, atacados por “cualquiera” y en diversas situaciones a lo largo de su vida, relatando ejemplos de cómo el mundo ha estado contra ellos. Cuando se pasa cierto tiempo a su lado vemos que, sin motivo aparente, los miembros de su entorno “van a fastidiarle”, a molestarle o quieren hacerle la vida imposible. Dicen no saber muy bien por qué, aunque cuando se pone en evidencia su egocentrismo manifiestan que “los demás sienten celos de su talento”.
En otras ocasiones dicen sentirse perdidos, desconocedores o incapaces de manejarse en sociedad, porque no conocen las normas sociales, las obligaciones o los compromisos inherentes a una relación.
Un ejemplo de este comportamiento lo relataba un paciente que, durante la etapa de cortejo descubrió un flirteo manifiesto en su pareja y se lo reprobó como una falta de respeto. Ante tal situación el narcisista manifestó: “por ayudar a una niña pierdo al amor de mi vida. Yo no me daba cuenta de que estaba flirteando ¿qué es eso? ¿ayudar es flirtear? No se cómo has podido interpretarlo así, no es culpa mía, yo no sé relacionarme con los demás, no me doy cuenta de que mi comportamiento puede entenderse como un cortejo. Me siento muy perdido: tienes que ayudarme con esto (decía a su pareja), mi intención sólo es ayudar y no quiero hacerte daño, ni hacer daño a la niña”. Mientras tenía lugar la situación, el narcisista lloró e insistió solicitando el perdón y la ayuda de su pareja.
Durante el resto de la relación, la víctima llegó a olvidar este episodio (que recordó ayudada por la terapia) y modificó su percepción de este tipo de situaciones. Había llegado incluso a ayudarle a relacionarse con las jovencitas (que eran la debilidad de este narcisista). A partir de ahí la víctima no prestó atención a comportamientos similares que se repitieron durante el resto de la relación. Cuando se quejaba al narcisista de algún comportamiento desconsiderado hacia ella era acusada de “celos infundados” o de tener una patología mental.
Si nos ceñimos a los hechos, constatamos que la táctica había logrado silenciar mentalmente el origen y las evidencias reales de estas situaciones. La víctima había sido manipulada para interpretar los hechos de otra manera, llegando incluso a sentirse culpable por no “ayudar lo suficiente” a su pareja a integrarse en sociedad.
Desempeñando el papel de víctima como táctica, el narcisista consiguió:
- Por otro provocar la compasión de su víctima ya que el pobre era incapaz de “relacionarse con normalidad y necesitaba ayuda”.
- Despertar en el otro un sentimiento de culpabilidad por ” interpretar incorrectamente y reprobar un comportamiento que no era tal” y herir al narcisista.
- Recibir del otro un trato de privilegio basado en este ejemplo en ayuda para mejorar su comportamiento e incluso para lograr su objetivos.
- Y, por último, desvió la atención ante comportamiento similares, ya que la víctima modificó su percepción ante estos.
En el caso que relatamos, efectivamente el comportamiento de la víctima era un coqueteo consciente y premeditado que, en muchas ocasiones, derivó en infidelidades y no precisamente en la imaginación de la víctima.
De ese modo y con esa premeditación, los narcisistas juegan con el otro, con sus sentimientos y con su forma de interpretar la realidad. Lo hacen con tal maestría que son capaces hasta de inventarse una enfermedad para dar pena y justificar sus futuras acciones.
El narcisista es consciente de que su cerebro y sus emociones no funcionan igual que los de la mayoría. Pero, al contrario de los no narcisistas, el hecho no les importa lo más mínimo, al contrario, para ellos es un signo de superioridad. Si la víctima puede ayudarles de algún modo a conseguir su objetivo (sentirse o presentarse como importante y reconocido socialmente), la utilizarán sin escrúpulo alguno.
El dolor ajeno sólo es un precio que los demás han de pagar, algo que ”no va con ellos” y que no les importa.
Cuando los demás no juegan a su juego vivirán el éxito ajeno con envidia extrema, atribuyéndolo al factor suerte o favoritismos. No consideran merecedor de reconocimiento a ningún otro que no sean ellos mismos.
Otra de las ventajas con la que cuentan para desarrollar esta táctica es el hecho de que las personalidades no hostiles no pueden soportar el ver a alguien sufrir, por lo general.
Por lo tanto, la táctica es simple, convenza a su víctima de que usted sufre de algún modo, y ellos tratarán de aliviar su angustia.
Despreciando a la victima
Despreciar a la víctima, como táctica de manipulación es, con frecuencia, utilizada junto con la táctica de desempeñar el papel de víctima. El narcisista utiliza esta estrategia para hacer creer que él sólo está respondiendo, es decir, se defiende ante un ataque iniciado por la víctima. El ataque al que hacemos referencia no es real. Es un ataque fingido que toma como origen cualquier acto, comentario o gesto emitido por la víctima sin intención lesiva alguna. Manipulando conscientemente la intención de ese gesto, justifican una respuesta que, generalmente, consistirá en un ataque perverso y desmedido:
Primero el agresor se mostrará ofendido y a continuación intentará provocar a su víctima, para que actúe contra él y suba el tono de la conversación. Así podrá acusarla de “mala” y podrá descargar “justificadamente” su ira contra ella.
Lo que importa, es que la víctima parezca responsable de lo que luego le va a ocurrir.
Una vez que el narcisista ha dado respuesta, despreciará a la víctima. Por ejemplo, utilizando frases como: “creías que te ibas a salir con la tuya“, “así aprenderás“, “tienes lo que te mereces“, “esta situación la has provocado tú“, “la próxima vez te callarás“.Aleccionar a su víctima será una constante en su comportamiento: no se les puede ofender ni contradecir, ellos están por encima, no se equivocan es la lección que ”debe aprender la víctima”. No dejará posibilidad de dar otra explicación o interpretación del conflicto vivido. Provocan estas situaciones con bastante frecuencia porque les resultan útiles. Por un lado, coartan el comportamiento de la pareja y, por otro, tienen una excusa para desatar su ira acumulada. Es un comportamiento perverso y dañino en el que, además de violencia psicológica, es frecuente la presencia de violencia física.
¿Qué pasa entre tanto por la cabeza de la víctima?
Pues que generalmente calla e inicia un camino que le llevará directamente a la perdida total de su autoestima. Me reitero en el hecho de que facilita y ”no provoca”, porque hay una gran diferencia entre una cosa y la otra.
Ya hemos comentado en otras ocasiones en este blog el proceso que vive la víctima. Por un lado, la pérdida constante de autoestima y, por otro, su tendencia a culpabilizarse de todo lo malo que le ocurre. Esto le conduce a un callejón con difícil salida, en el que cuesta ver la luz al final del túnel a pesar de que ésta exista.
La víctima puede que se haya sobrepuesto en la vida adulta o haya aprendido a sobrevivir con su culpabilidad, gracias a estrategias que le ayudaron a sobrellevar una infancia en la que se sentía poco valorada y en la que podía tener una relación disfuncional con lo que le rodeaba (amigos, familia, colegios). Eso no es más que la evidencia de cómo son capaces de centrarse más en cuidar y proteger a los demás que tomar decisiones relacionadas con su propio bienestar.
Con frecuencia, y lo veremos más adelante en otra serie de artículos, las víctimas se han criado en familias de narcisistas.
Las razón por la que escribo este blog es, más allá de dar a conocer y ayudar a la detección precoz del matratador psicópata, ofrecer puntos de luz a la víctima, y permitir que conozca la evolución problable de determinadas carencias emocionales no detectadas. Me gustaría llegar a concienciar a estas potenciales víctimas de que efectivamente son personas que padecen dependencia emocional y que esas carencias llevan en la mayoría de ocasiones a seleccionar perfiles agresivos para formar pareja. Es lo que conocen y es allí donde se sienten seguras.
Desempeñando el papel de criado
Los narcisistas usan esta táctica para encubrir sus motivaciones egoístas bajo el aspecto de servicio a una causa más positiva. Es una táctica común pero difícil de reconocer. Suelen presentarse como aferrados a un proyecto solidario o social, por el que han empeñado gran cantidad de tiempo y esfuerzo sin recibir recompensa alguna pero esto no es más que una evidencia más del proceder de su vida: venden un relato de los hechos manipulado, con el objetivo de sacar algún provecho personal.
Se jactan de esfuerzos que no hacen, los disfrazan, los utilizan para obtener otros beneficios, pero, sobre todo, buscan la admiración del oyente. Bajo el pretexto de trabajar mucho en algo o para una causa ajena, ocultan su propia ambición, su deseo de poder y su búsqueda de una posición de dominio respecto de otros.
En general, saben como hacer que el trabajo lo hagan otros y recibir ellos los honores.
Para los psicópatas-narcisistas, el coste beneficio está medido de antemano y siempre les sale a cuenta. Saben que en la sociedad no psicópata las causas sociales son bien aceptadas y crean conciencia en el momento en que alguien se las plantea desde cerca.
Saben que todo aquel que se implica en una causa sin ánimo de lucro cree que todos los demás que se acercan a la causa lo harán sin esperar otra recompensa que su satisfacción personal. No hay mejor ambiente para sacar beneficio que aquel en el que las personas ya están predispuestas a dar, nuestro protagonista lo sabe bien.
Esto no sólo se produce en estos ambientes, sino que es extrapolable tanto a la pareja como a otros ámbitos de la vida cotidiana. El psicópata-narcisista se retratará como abnegado a una causa, como el bienestar de su pareja, también llamado hoy friego los platos por tí. Pero en realidad lo que realmente busca es que su pareja ante tal gesto -y en agradecimiento- le deje tranquilo durante la tarde y poder ocuparse así de sus intereses. Después lo aireará a los cuatro vientos quedando como una excelente pareja que comparte las tareas de la casa, y que está al servicio de ella.
Recuerdo un caso en el que el niño de la pareja se puso enfermo de madrugada y que hubo que llevarlo al hospital. El psicópata, además de recriminar el hecho de tener que salir de la cama, planteaba la situación como si llevar a su familia al hospital fuese “estar al servicio de su pareja“. Al día siguiente lo contaba a todos presumiendo de su buen hacer de padre.
Un sello característico de los manipuladores es el dime de qué presumes y te diré de qué careces: proclaman en voz alta su servilismo, mientras que su verdadera intención es conseguir el dominio sobre el otro.
Seduccion
Los psicópatas se presentan como personas encantadoras, atractivas, bien parecidas y con grandes habilidades. Suelen tener un nivel intelectual alto, un discurso fácil y llamativo.
Parece que saben de todo, se expresan con habilidad, su discurso es fluido y congruente.
Da la sensación de que saben lo que tienen que decir en cada momento e incluso hasta lo que quieres o necesitas escuchar. Suelen aparentar ser individuos cordiales, bonachones, generosos y afectuosos, que se preocupan por los demás e intentan ayudar. Su comportamiento suele ser educado y encantador. En resumen, que no les falta detalle y así, cuando la víctima encuentra a su psicópata cree que le “tocado la lotería”.
En un primer momento el comportamiento del psicópata con su víctima será perfecto: dirá y hará cuanto ésta quiera y precise. Pero, aunque pueda parecer un adivino que es capaz de detectar y cubrir sus necesidades, la información que tiene ha salido de boca de la víctima con anterioridad. La expresó de forma natural y espontánea, tanto, que no es ni tan siquiera consciente de toda la información personal que ha dado a un sujeto que sabrá usarla para su propio provecho, engatusándola desde un primer momento, si ha sido elegida como víctima.
Esta etapa de seducción es como vivir en un sueño. El psicópata, además de cubrir con creces lo que el otro desea, hace regalos -sean o no de valor económico-, siempre revestidos de un gran valor sentimental; comparte secretos, libros, música y cuenta historias personales que “con nadie compartió antes”. En resumen, despliega toda la artillería pesada para crear esos lazos afectivos y esa intimidad que un “no narcisista” necesita para formar pareja. Pero lo hace a base de mentiras. El seducido escucha activamente dando pie a conversaciones encantadoras que parecen un baile perfecto entre dos, que los hace vibrar al mismo son.
Conforme pasa el tiempo, dispone de más información sobre la víctima que posteriormente usará para cubrir sus particulares necesidades. Poco a poco, o rápidamente, se hará un hueco en su vida; es decir, creará expectativas de futuro, lanzando promesas que cumplen los deseos de la víctima, incluyéndose en sus proyectos de vida, como por ejemplo el casarse, el tener un hijo, el mudarse a vivir a la playa, crear el negocio deseado…
No sólo prometerá, sino que dará señales evidentes de que el proyecto compartido está en pie y de que comparte con la víctima sus mismos deseos creando un clima de compromiso tanto con la pareja como sus planes de vida. Llevará planos de viviendas perfectas, o habrá mirado fechas o lugares, o incluso menús para la futura boda.
Se esforzará en solucionarle problemas o por tranquilizarla en sus inquietudes o dudas cotidianas. No escatimará alabanzas o adulaciones que la hagan sentir especial. Así, la víctima terminará por creer que ha encontrado “a la persona que lleva toda la vida esperando”: la perfección hecha realidad, la pareja ideal, todo virtudes y con pequeños defectos humanos que se pueden modificar. ¿Y cómo no enamorarse de tal lotería?… Hay que ver, ¡cuanto daño nos han hecho los cuentos de hadas y los estereotipos de princesas y príncipes azules!
Con el avance de la relación y ante las posibles dudas o discrepancias que puedan surgir a la víctima, el psicópata no la dejará escapar, volverá una y mil veces con la intención de retomar la relación haciendo y diciendo lo que sea necesario para obtener el perdón.
Llegados al punto de las rupturas y reconciliaciones y aunque se comporte como un gentil caballero que adora a su princesa, ya no hay vuelta atrás. Cada vez que la victima perdona es un paso más hacia su destrucción. De una forma no intencionada, la víctima, en cada ocasión que perdona, no hace más que darle poder al manipulador en lo que a su vida se refiere. Además, en las idas y venidas, le ha mostrado dónde está su limite y cuál es punto más débil para conseguir el perdón, algo que utilizará con total maestría en ocasiones venideras.
Además, es en estos momentos, en las reconciliaciones, en los que se produce el total enganche al psicópata.
La víctima muestra sus debilidades y el/la psicópata las acepta y se compromete a respetarlas.
Pero además de luces, empiezan a vislumbrarse pequeñas sombras. El psicópata empieza pronto a destapar ciertas carencias, pero éstas son debidas sobre todo a la mala suerte. Sí, según su interpretación de la realidad, la mala suerte se habrá cebado con él/ella, sobre todo en el amor. La víctima tomará como un reto personal ayudar a la persona que ama y compensar todas las frustaciones, miedos o carencias que pueda tener. La empatía y compasión -propios del perfil de personas no narcisistas- la convierten en el eslabón más débil de la cadena.
No olvidemos que el perfil de la víctima no ha sido seleccionada a la ligera.
Hablamos de una persona con gran necesidad de cuidar, de dar, que querer y de sentirse querida. La víctima es una persona que basa su autoestima en las respuestas que recibe del ambiente, de quien/es le rodean, que busca desesperadamente el amor y que con frecuencia lo basa en estereotipos poco reales. Generalmente el modelo de amor que ha vivido la mayor parte de su vida es un amor poco estable y basado en compensaciones que conllevan cierto grado de dolor. Considerar este punto es clave para entender por qué la víctima no detecta las señales iniciales que una persona con una autoestima más sólida y otra experiencia vital detectaría rápidamente.
La seducción del psicópata es siempre una traición, desde el primer momento.
Porque se basa en mentiras que se orientan a conseguir un objetivo. No duda en hacer uso de afirmaciones y promesas falsas para conseguir que otra persona haga algo que de otro modo no haría. Y el primer paso es conseguir la confianza de la víctima, su admiración y su compasión.
La seducción perversa del narcisista-psicópata utiliza el instinto protector del otro para sacar provecho de la victima.
Son conscientes de que las personas, en su mayoría, buscan aprobación, tranquilidad y, más que nada, sentirse valorados. Si a esto le sumamos que suelen elegir a personas con dependencia emocional y con una autoestima deficitaria, la seducción está conseguida.
La etapa de seducción es particular en cada caso y suele durar el periodo que el psicópata considera necesario para ganar la absoluta confianza, credibilidad y admiración de su víctima. Una vez superada esta etapa, la relación cambiará radicalmente.
También es importante tener en cuenta que un psicópata se puede embarcar en varias relaciones al mismo tiempo. Su ego necesita muchos y constantes mensajes de poder. La evolución del conjunto de relaciones que compagina puede contribuir a que el proceso de seducción se alargue o acorte en el tiempo. Lo que vendrá después ya no será tan bonito y es, desde el principio, parte de una estrategia planificada y estudiada por el individuo y que pronto su victima experimentará.
Para un psicópata su pareja no es más que un seguro para tener sus necesidades cubiertas durante un periodo de tiempo más o menos largo. Una vez que la victima deje de ser útil o complaciente, ya no será de utilidad y será un objeto a desechar.
El cambio de actitud de la víctima puede estar motivado por diferentes causas: por decisión propia, por un suceso o hecho importante que despierte su instinto de protección -como una agresión más violenta que las habituales-, por descubrir las mentiras o la manipulación o bien porque las consecuencias de mantener una relación con una persona como ésta la suman en un estado de depresión en el que “ya no resulta útil.”
En esos casos, la víctima pierde todo el valor para el agresor, que la desligará de su vida, no sin antes haber sacado todo el provecho posible, generalmente de índole económica.
Crear culpa
Como ya comentamos cuando hablamos de la Intimidación Encubierta una de las formas de ejercerla es creando de culpa.
Los narcisistas saben bien que otro tipo de personas tienen conciencias muy diferentes a las suyas y lo utilizan para hacerles dudar de ellos mismos, generándoles así ansiedad y propiciando una actitud de sumisión. A mayor conciencia de la víctima potencial, la culpa es más eficaz como arma, más aún si la utilizan en todo momento.
Todas las personas podemos crear culpa en el de enfrente para salir airosos de una situación embarazosa o recibir un poco más de atención. Como comportamiento no habitual, no se desvía del proceder del común de los mortales. Las diferencias en el uso de la técnica entre los narcisistas y los no narcisistas son dos:
- La frecuencia con utilizan esta estrategia, mucho más alta en el trastorno narcisista.
- Y la finalidad, que la persona dude de sí misma y se culpe de lo que le sucede al narcisista y a ella misma.
¿Y por qué? muy sencillo: porque alguien que se siente culpable no se quejaría. Así obligan a la víctima a permanecer callada y, lo que es peor, a no denunciar un comportamiento que ni siquiera percibe como punible.
El narcisista hace pensar a la víctima que no es merecedora de atención y que nadie la creería. La estrategia funciona así:
- Se va desarrollando en la intimidad y creciendo a medida que pasa el tiempo. La rapidez varía según el caso específico; si la relación es intensa puede llegar a una intensidad elevada en pocos meses.
- La víctima va interiorizando esa culpa y haciéndola formar parte de su autoconcepto.
- La víctima siente empatía con el “malestar” que el narcisista finge, lo que incrementa la mala percepción que de sí misma se va formando.
- Llega a no creerse merecedora de atención y puede llegar incluso a no sentirse con derecho a nada, ni tan siquiera a la vida.
El narcisista consigue incluso que la víctima se sienta “ajena a la realidad”, incapaz de evaluar las situaciones que suceden y vulnerable en su propio entorno. El narcisista se convierte en su referente. Eso sucede principalmente por dos razones: la primera es la lealtad y la idealización que la víctima siente por el narcisista y, la segunda, que a fuerza de ignorar los mensajes de alarma que envía su cerebro, que de forma no consciente capta algunas señales, llega a dudar de su propia capacidad para evaluar las situaciones.
Un ejemplo podría ser este, una situación “tipo” de maltrato: la persona A, después de una discusión comienza a insultar y agredir a la persona B; durante o después del acto violento la culpa y la persona B acaba pidiéndolo perdón por “haberle hecho perder los nervios” y sintiéndose culpable por “haber hecho que el otro se sienta tan mal que llegue a pegarle”.
La situación que describo puede parecer una situación “rara” pero lamentablemente no lo es.
Si llegan tarde al trabajo, no entregan a tiempo su trabajo, si la familia gasta dinero, si no quieren ver a su pareja con ese aspecto y situaciones parecidas el narcisita atribuye la responsabilidad a la víctima. Después de un comentario inoportuno para el narcisista, que puede ser un reproche o simplemente una observación malinterpretada, comienza una fuerte discusión de la que siempre intentará salir airoso. Así, deja la responsabilidad en la víctima, que es la que inició el comentario, culpará al otro de su ira, de sus sentimientos negativos, de sus malos resultados, de su falta de habilidades y un largo etc.
Con esta estrategia dejan anulada la capacidad de reacción al otro puesto que irá creyendo poco a poco que algo ha podido hacer, aunque sea sin la menor intención, que ha dañado, perjudicado al narcisista. Poco a poco y ante tanta repetición del argumento “es tu culpa” , el no narcisista comienza a dudar, en consonancia con la conciencia en la que fue educado.
L víctima duda de si realmente hay alguien en este mundo capaz de culpar sin razón o sin un mínimo argumento, lo que por lógica le lleva a pensar “algo de culpa tendré para que la persona que me ama me lo reproche constantemente”, algo estoy haciendo mal o algo no consigo recordar con claridad.
Las personalidades agresivas de todos los tipos usan la creación de culpa como táctica manipuladora de forma tan frecuente y con tanta eficacia, que demuestra cuan diferentes son al resto por su falta de conciencia y de empatía, su frialdad para juzgar constantemente a su pareja.
Minimizacion
Usando esta maniobra, el agresor psicópata intenta convencer de que su comportamiento abusivo no es realmente tan dañino o irresponsable como, a priori, se muestra. Insistimos en que este tipo de persona considera que los demás son menos que ella y por eso no tienen derecho ni a quejarse y, por supuesto, tienen que aguantar lo que le plazca.
Como se consideran seres perfectos, plantearles directamente el mal que hacen o sus errores provoca en ellos una defensa que es la negación del hecho o la minimización: “no es para tanto…” “qué exagerada que eres!” “¿una paliza? si sólo te caiste y te aparté con la pierna para que no te hicieras daño!!” Creo que más de uno de los lectores de este blog habrá escuchado cosas similares, me temo.
Parece un comportamiento infantil o tan absurdo como irreal, pero les funciona y les sirve para exculparse de la responsabilidad de sus actos; una vez más su ego queda en calma. Tan simple como si fueran niños, pero mucho más perverso y peligroso.
A estos individuos la experiencia de los errores y del dolor ajeno no les hace cambiar, porque ni tan siquiera lo reconocen como aprendizaje. El dolor ajeno, ni existe ni importa. Este detalle, entre otros muchos, nos alerta de la extrema peligrosidad de estos seres. A lo largo de su vida, sobre todo si logran eludir denuncias y castigos -como hacen con frecuencia- van mejorando y convirtiéndose en expertos en arte perverso de la manipulación y, sobre todo en los casos en los que su comportamiento no es castigado por la justicia, pueden volverse cada vez más peligrosos.
Recuerda y protégete de este tipo de perfiles: no cambian, no tienen capacidad de amar y su crueldad crece a lo largo de la vida debido a los errores acumulados, que ellos interpretan como traiciones que acrecientan la ira y resentimiento con lo que les rodea. Una peligrosa retroalimentación que les convierte en personas a evitar en nuestra vida.
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