
En mi opinión este cuento, a pesar de su aparente sencillez, contiene sin embargo todas las grandes claves del mobbing. Por ello aparece tal cual lo transcribo aquí en mi último libro MOBBING, EL ESTADO DE LA CUESTION. TODO LO QUE SIEMPRE QUISO SABER Y NADIE LE EXPLICÓ SOBRE EL ACOSO PSICOLOGICO EN EL TRABAJO, ED Gestión 2000, tercera entrega recién publicada en Mayo de 2008, que quiere recapitular todo lo que hemos investigado acerca del mobbing en el momento actual. El cuento de Blancanieves y los siete enanitos narra lo siguiente:
Erase una vez en un país muy lejano que vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, muy vanidosa.
La madrastra preguntaba a su espejo mágico y éste respondía:
- Tú eres, oh reina, la más hermosa de todas las mujeres.
Y fueron pasando los años. Un día la reina preguntó como siempre a su espejo mágico:
- ¿Quién es la más bella?
Pero esta vez el espejo contestó:
- La más bella es Blancanieves.
Entonces la reina, llena de ira y de envidia, ordenó a un cazador:
- Llévate a Blancanieves al bosque, mátala y como prueba de haber realizado mi encargo, tráeme en este cofre su corazón.
Pero cuando llegaron al bosque el cazador sintió lástima de la inocente joven y dejó que huyera, sustituyendo su corazón por el de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió miedo y lloró. Llorando y andando pasó la noche, hasta que, al amanecer llegó a un claro en el bosque y descubrió allí una preciosa casita.
Entró sin dudarlo. Los muebles eran pequeñísimos y, sobre la mesa, había siete platitos y siete cubiertos diminutos. Subió a la alcoba, que estaba ocupada por siete camitas. La pobre Blancanieves, agotada tras caminar toda la noche por el bosque, juntó todas las camitas y al momento se quedó dormida.
Por la tarde llegaron los dueños de la casa: siete enanitos que trabajaban en unas minas y se admiraron al descubrir a Blancanieves.
Entonces ella les contó su triste historia. Los enanitos suplicaron a la niña que se quedase con ellos y Blancanieves aceptó, se quedó a vivir con ellos y todos estaban felices.
Mientras tanto, en el palacio, la reina volvió a preguntar al espejo:
- ¿Quién es ahora la más bella?
- Sigue siendo Blancanieves, que ahora vive en el bosque en la casa de los enanitos...
Furiosa y vengativa como era, la cruel madrastra se disfrazó de inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque.
Blancanieves estaba sola, pues los enanitos estaban trabajando en la mina. La malvada reina ofreció a la niña una manzana envenenada y cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada.
Al volver, ya de noche, los enanitos a la casa, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, creyeron que había muerto y le construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudieran despedirse de ella.
En ese momento apareció un príncipe a lomos de un brioso corcel y nada más contemplar a Blancanieves quedó prendado de ella. Quiso despedirse besándola y de repente, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina y desde entonces todos vivieron felices.
Fin.
Hasta aquí el cuento.
Blancanieves frente a su madrastra: el mobbing del narcisista contra su víctima
Resulta admirable verificar como el cuento es capaz de relatar los antecedentes habituales de todas las situaciones de acoso. El antecedente de todo mobbing es paradójicamente una relación entre acosador y víctima neutral o incluso positiva. La pretensión de presentar el mobbing como la derivación final de un conflicto no es ni por mucho la de la mayoría de los casos. El carácter incausado del acoso despista enormemente a las víctimas y sitúa al que acosa en una perspectiva que le proporciona una ventaja estratégica esencial que luego explota decisivamente en el proceso de destrucción que inicia.
Esa situación previa neutral o aparentemente de ausencia de conflicto, sin embargo contiene un potencial de riesgo que el cuento desvela.
El cuento ofrece las características previas, no de las víctimas (que es donde no se pueden encontrar nunca; y por ello son vanos los intentos de buscar una especie de perfil previo de las víctimas) sino de la acosadora. La madrastra según nos informa el cuento es efectivamente una persona vanidosa.
Alguien que se mira constantemente en un espejo para saberse hermosa. Alguien que se compara. Por tanto no necesita solo sentirse hermosa sino la única que lo es en su entorno. Esta resulta ser una descripción casi técnica de lo que los psicólogos denominamos una personalidad narcisista. Lo que mi colega la psicoanalista francesa Marie France Hirigoyen denomina un “perverso narcisista.”
La madrastra no es más que una falsa madre. Alguien que en apariencia aprecia, pero en realidad no quiere en absoluto a Blancanieves. Su narcisismo muy pronto la va a situar en una posición de rivalidad respecto a Blancanieves. La envidia y los celos, elementos centrales en todos los procesos de acoso psicológico, convertirán a Blancanieves en objetivo o target del acoso. Se convierte a la víctima inocente de toda causa para serlo, en una rival a batir o en un obstáculo a eliminar para poder mantener la ficción básica de la que vive todo narcisista que se precie: la ficción de su carácter único e inigualable.
La persecución contra todas las Blancanieves de este mundo suele ser decretada desde el momento preciso en que estas restan, ( amenudo sin saberlo y menos aun pretenderlo) el protagonismo o el carácter único de las madrastras. Este proceso de indiferenciación de las víctimas respecto a sus agresores resulta esencial para entender el núcleo central de todos los procesos de acoso.
En la medida en que la víctima se acerca al status real o ficticio que el agresor pretende tener o mantener respecto a ella, esta comienza a ser percibida como amenazante.
En la vida real vivimos en una sociedad que técnicamente nos convierte a todos en potenciales narcisistas, esto es, en personas que reivindican y pretenden para si mismas en exclusiva un carácter único e inigualable como fuente de la satisfacción y del bienestar psicológico interno.
La falta de autoestima de la mayoría de niños, jóvenes y adultos es algo que va incluido en una programación social dominante que condena a todos desde pequeños a ingresar en el infierno de la comparación con los demás y al intento de que estos no nos igualen y aun menos nos superen. Una sociedad llena de personas tan individualistas como competitivas es el resultado de la rivalidad y de la exacerbación de la envidia propia del narcisismo compartido a escala universal.
A medida que el discípulo se acerca al maestro, la hijastra a la madrastra, el subordinado al jefe , la esposa al esposo, crece la indiferenciación y por lo tanto se incrementa la probabilidad de que se desencadene el proceso que va a convertir a los primeros en el blanco de la animadversión y del intento de eliminación de los segundos.
Obsérvese el modo genial con que el cuento de Blancanieves relata un proceso central en el desencadenamiento de todo mobbing contra alguien: el sufrimiento psíquico de un narcisista que procede de la sistemática comparación con todos cuantos otros individuos pululan a su alrededor.
La madrastra que se mira en su espejo mágico busca en los demás el espejo que requiere para que le devuelva una imagen inmejorable que pretende reflejar para cubrir y compensar exteriormente su baja autoestima.
Es así como se manifiestan ante el mundo entero como hipersensibles a toda crítica, a todo cuestionamiento por parte de quienes los rodean. Como todos los narcisistas busca la adulación, el peloteo, la coba fina... Pero cuanto más halagos reciben peor se sienten pues no llegan jamás a compensar la fuente de su malestar que no es sino los sentimientos profundos de inadecuación que les corroen por dentro.
Algo que las víctimas de mobbing perciben una y otra vez como un rasgo o característica central de sus acosadores es que estos se hallan continuamente pendientes del espejo social, de quedar bien, especialmente ante los superiores, de epatar a los demás, de obnubilarlos con sus palabras o la falsa seguridad que proyectan. Todo con tal que se les devuelva la ración cotidiana de droga que reclaman sus pobres yoes disminuidos.
La crisis típica que desencadena el proceso victimario se precipita tanto en el cuento como en la realidad de los casos de mobbing en el preciso momento en que la madrastra (el acosador) cae en la cuenta de que hay alguien cerca que le puede hacer sombra. Es decir alguien que ha crecido, ha hecho las cosas bien, ha sido felicitado, ha obtenido un buen resultado... Alguien cuya mera presencia (simplemente el estar ahi, ser quien es, ser como es) le garantiza un rosario sin fin de miseria emocional.
Blancanieves como víctima: no es lo que haces, es lo que eres
Es un hecho que despista enormemente a las víctimas constatar que no es lo que hacen o lo que han hecho en su trabajo (siempre mal por cierto) sino el hecho de “ser como son” lo que desencadena las iras del acosador. Un perfil habitualmente favorecedor en forma de éxito personal o profesional de la víctima suele llevar a esta a no comprender nada de lo que le ocurre. Creyendo y esperando el premio o las buenas consecuencias por lo que han conseguido alcanzar o lograr, a las víctimas se les proporciona a cambio uno de los más terribles castigos que se puede ofrecer a las víctimas (el mobbing).
Es precisamente lo que de positivo tiene la víctima lo que va a convertirla en amenazante. No en abstracto sino para toda aquella madrastra cuyo narcisismo le hace vivir ese factor positivo como amenazante por ser fuente de un malestar interno. La madrastra (el acosador narcisista) se adelanta al detectar y percibir muy rápidamente el carácter favorecedor que amenaza un Yo muy frágilmente construido sobre la ficción del espejo siempre quebradizo que es la opinión de los demás.
Esa amenaza para el acosador se materializa en un profundo y pervasivo sentimiento de envidia que siente respecto a su víctima. El origen de todo el proceso radica en la respuesta de la madrastra ante la mala noticia que le proporciona el espejo social: “ya no eres la más hermosa. Lo es Blancanieves ”.
Esto explica que con el tiempo en torno a los acosadores se repitan los casos con diferentes víctimas y en diferentes épocas (los que yo he denominado en mis libros cadáveres en el armario).
Blancanieves y la técnica preferida de los acosadores: arrancar el corazón
El arquetipo de toda envidia se encuentra en la etimología de la misma palabra . ENVIDIA, de “ in vidia”, del latín “In Videre”: no ver.
El hecho de que alrededor de las madrastras de nuestro mundo laboral existan siempre algunas blancanieves de turno, es una mala noticia para las primeras pues desencadena profundos sentimientos de envidia.
Para eliminar los sentimientos de malestar, será necesario eliminar a la persona que presenta las características favorecedoras, muy especialmente si coinciden con las que son una carencia flagrante y evidente en la madrastra. Ello se hará mediante la tecnología limpia y que no parece lo que en realidad es del mobbing. No debe parecer que quien acosa lo hace motivado por los celos, la rivalidad o la envidia.
Todo deberá hacerse con apariencia de algo moral y éticamente aceptable. Se requerirá una técnica específica que se mantenga oculta a los ojos incluso de quienes participan en ella activamente y en plena buena fe, pensando que hacen algo racional o correcto desde el punto de vista de la ética.
El cuento establece una diferenciación muy clara entre el rol del instigador (madrastra) y el rol de quien frecuentemente ejecuta las acciones de castigo ordenadas o sugeridas por este, es decir el que finalmente acosa o maltrata (el cazador= el que caza a la víctima).
Este a veces no es más que un mandado que ni siquiera advierte el proceso de manipulación y de contagio en el que ha caído y se encuentra inmerso.
La técnica básica de todo proceso de acoso que consiste en maltratar, hostigar, castigar, criticar, acusar viene muy bien reflejada en el resumen que hace el propio cuento: su objetivo es “Arrancarle el corazón a la víctima y ponerlo en un cofre” , es decir arrancarle su capacidad afectiva y emocional destruyéndola. Su capacidad de amar, disfrutar, pasarlo bien, es decir de su capacidad de felicidad. Eso es lo que principalmente molesta a los acosadores de sus víctimas. La exhibición ostentosa de una vida emocional sana, alegre y feliz de las víctimas recuerdan a los acosadores la propia y miserable vida emocional que arrastran.
La felicidad del otro es lo primero que busca arrancarle a su víctima quien acosa. Arrancarle el corazón a alguien es una inmejorable metáfora de lo que el proceso de acoso ocasiona en las víctimas. Llámese anhedonia, disminución de la autoestima, generación de inseguridad personal, embatamiento afectivo, disminución de la vida sexual y de pareja... Todos ellos son los efectos desgraciados del acoso psicologico en forma de destrucción psicológica y emocional.
Blancanieves y el psicoterror. De dónde viene la ayuda a las víctimas
Prosigue el cuento narrando los tres síntomas nucleares de ese daño en las víctimas cuando dice que : “Blancanieves, al verse sola, sintió miedo y lloró.” La tríada terrible de la soledad, el terror (psicoterror es otra de las denominaciones del mobbing) y la depresión o distimia (el llanto y la tristeza).
A continuación el cuento narra la expulsión y la salida de la víctima que va vagando sola y abandonada por el bosque. Paradójicamente nadie de la propia ciudad, el palacio o sus alrededores va a prestar ayuda a Blancanieves. Todo lo más, algunos como el cazador arrepentido simularán “que la matan” para no hacerlo en ultima instancia y burlar así a la madrastra.
Quienes ayudan a la víctima serán siempre, según el cuento, quienes se encuentran ya a su vez fuera del sistema, tan marginados o excluidos de este como la víctima, y tan apestados como ella a nivel social. Aquellos que se ven obligados a vivir en medio del bosque (con las fieras y las alimañas) debido al rechazo social que su “deformidad” y diferencia respecto los demás (enanos) suscita en los que son “normales”. Los enanitos del cuento representan en realidad la estigmatización, el rechazo y la exclusión que nos aguarda cuando seamos mayores, es decir una sociedad que está construida sobre los basamentos de la exclusión y la persecución de los desviantes. Los que ayudan a la víctima no son esos seres simpáticos y bonachones que nos hacen a todos gracia y que Disney ha sabido magistralmente camuflar presentadolos de forma políticamente correcta a los niños. Quienes son solidarios con Blancanieves van a ser los bufones, los que nos hacen reir, los objetos de nuestras burlas, de nuestros chistes, del público escarnio. Son aquellos seres deformes, que, apartados y abandonados por los demás, se han de dedicar a las profesiones que nadie quiere. Las profesiones que la sociedad asigna a los apestados y marginados sociales, representadas en el cuento por la minería, ( y no de joyas preciosas por cierto).
Dicho de otro modo, lo que el cuento nos traslada es la necesaria advertencia a las víctimas de que nadie espere en serio ayuda ante el mobbing desde dentro del propio sistema en que este se ha producido.
La huida (salida) de Blancanieves produce la única posibilidad de ayuda para la víctima. Una solidaridad que no puede proceder sino de otros chivos expiatorios como ella misma, que, al igual que ella, se encuentran en la periferia del sistema y de la estructura. Nadie que no sea otra víctima cono ella, será capaz de entender y comprender y por lo tanto acoger la verdad que Blancanieves representa: la verdad cruda e intolerable de la inocencia técnica de las víctimas.
El remobbing contra las víctimas
El cuento nos advierte del proceso continuado que garantiza el eterno retorno del proceso victimario contra Blancanieves u otras que representen el mismo potencial de amenenaza que ella en el entorno de los mismos acosadores. La madrastra vuelve una y otra vez a encontrar que las diferencias entre ella y las demás Blancanieves que existen en su entorno se van atenuando. Le lleva a ello su naricisimo.
La reina vuelve a preguntar al espejo:
“- ¿Quién es ahora la más bella?
- Sigue siendo Blancanieves, que ahora vive en el bosque en la casa de los enanitos...”
Por ello no se conforma tan solo con la salida de Blancanieves de su entorno. Es necesario eliminarla definitvamente de la circulación. De ahí que el remobbing o persecución ulterior, más allá de la propia salida de la víctima de la organización es un patrón constante en los casos de mobbing. No importa lo lejos que la víctima haya sido expulsada, esta sigue siendo allá donde se encuentre un potencial de amenaza para el hostigador. Es necesario acabar con ella como sea.
Lo que el cuento describe a continuación es la receta milagrosa que opera el daño más oculto e invisible en el mobbing. Algo que le llevó a Heinz Leymann, padre fundador y pionero de la investigación y divulgación del mobbing a escala mundial a afirmar que el el acoso psicológico constituye un verdadero asesinato silencioso que no deja huella aparente y que debido a ello permite la impunidad a quien lo perpetra. El cuento explica el proceso técnico y típico de camuflaje del acosador que se presenta frecuentemente bajo el disfraz psicológico de alguien que nunca es: una persona aparentemente bondadosa, apacible, moralmente intachable, incluso interesado en hacer el bien a su víctima. Alguien a quien el cuento representa como una venerable e indefensa anciana.
El proceso de acoso reviste entonces la apariencia de un bien: una apetitosa manzana. La manzana que, desde la Biblia, representa en nuestra cultura occidental la culpabilidad. Una vez que la víctima muerde el anzuelo de la culpabilidad, dice el cuento cae paralizada. La parálisis típica ante el acoso procede del modo terrible en el que el que acosa bajo apariencia de buen hacer le lleva a su víctima a internalizar o introyectar la culpabilidad. Algo que necesita y le viene muy bien pues una víctima paralizada por la culpabilidad (como muerta dice el cuento de Blancanieves) es alguien al que resulta más fácil victimizar con muy poco riesgo de retaliación para el que acosa. Por ello ese empeño casi obsesivo en todos los maltratadores y en todas las formas de maltrato de imputarles a sus víctimas el ser la causa de los propios males que sufren. La culpabilidad, haciéndolas merecedoras del castigo y del acoso las vuelve inocuas para los maltratadores.
El estrés postraumático entre las víctimas: la manzana atravesada en la garganta.
El proceso psíquico correlativo del acoso ejecutado bajo apariencia de un bien para la víctima provoca en esta la aparición de un cuadro de Estrés Postraumático.También este moderno y todavía mal conocido síndrome que aqueja a las víctimas del mobbing aparece descrito magistralmente por la sabiduría popular derivada del cuento de Blancanieves.
Técnicamente hablando la mejor forma de explicar a alguien sin formación técnica en Psicología lo que es un Síndrome de Estrés Postraumático es un cúmulo de recuerdos de experiencias traumáticas que la víctima no ha podido encajar y que, atravesadas en la mente (como el trozo de manzana) producen todo tipo de interferencias y deja a las víctimas como muertas (los enanitos creyeron que había muerto).
El cuento finaliza dando la clave de cómo solamente la recuperación terapéutica en la esfera psíquica a través de la autoestima, representada por el beso del príncipe, es capaz de liberar a la víctima de esa especie de sueño en que le ha inmerso en encantamiento del mobbing.
Todos este cuento magistral ilustra como pocas cosas de una forma completa y sencilla la mayor parte de los procesos y fenómenos extraños que aparecen en torno a los casos de mobbing.
Al final del cuento, me viene una reflexión en torno a los centenares de víctimas de mobbing que he atendido en los últimos años.
De todas ellas, puede decirse la misma verdad técnica que el cuento revela. Y esa verdad es que todos ellos fueron víctimas de un proceso que pretendía convertirlos a todos en culpables y merecedores del castigo que recibían. Sin embargo, tal y como Leymann supo reconocer desde el principio, tal versión es mítica. La verdad que revela Blancanieves es que ella es inocente y que son culpables y responsables todos cuantos pretenden acallar la verdad incómoda y políticamente incorrecta que significa su belleza, honradez o intachabilidad. Tal es el valor moral del cuento que hemos analizado, frente al mito que a diario representan nuestras instituciones, tan bien pensantes de si mismas, como victimizadoras de sus chivos expiatorios.
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