miércoles, 4 de febrero de 2015

Una Pareja Dispareja


Es bien conocida en el ámbito “Psi” la dupla histeria-obsesión, no solamente por que conforma una de las configuraciones de relaciones de pareja más comúnes, si no también, debido a que por sus características estructurales de personalidad, estas dos estructuras (neurosis obsesiva y neurosis histérica) parecen de algún modo complementarse, y debido a esto, este tipo de parejas han sido denominadas por los psicoanalistas como la “pareja ideal”.

Si bien cada persona es un ser único, existen características de personalidad que les son comunes dependiendo de la estructura de personalidad (psíquica) a la que correspondan.

En la personalidad histérica, encontramos dentro de sus características más comunes, el lugar dónde se posicionan en su discurso, este lugar siempre será una posición en la cuál, sean víctimas de los avatares ajenos, les resulta particularmente difícil adoptar una posición en la cual puedan tomar responsabilidad dentro de lo que les acontece, tienden a poner el acento en los demás, es por culpa “del otro” que tal o cual cosa sucede. Freud acerca de esto dice que la histérica (para estos años todavía se circunscribía la histeria solamente al sexo femenino, mas tarde se descubrió que también se presenta en el sexo masculino) es “el alma bella” (concepto tomado de la dialéctica de la autonconsciencia que plantea Hegel, tendría que ver con el alma bella que proyecta su propio desorden sobre el mundo), alma bella libre de todo defecto.

Otra particularidad de la personalidad histérica es la queja, la persona histérica se queja y su queja se formula como diciendo: “tú (el otro) tienes eso que yo quiero, tú sabes lo que quiero y decides deliberadamente no dármelo” (al menos en un plano inconsciente). Ésta queja se presenta de modo constante y expresa una eterna insatisfacción que angustia al sujeto que la emite. En verdad, lo que se esconde detrás de ese pedido, como se trata de toda demanda, es una demanda de amor. Eso que pide -que no es lo que desea- quiere que no se lo den para así mantener esa dinámica funcionando. De este modo, sostiene el deseo insatisfecho para mantener vivo el deseo del otro y también el propio.

La personalidad histérica se encuentra muy conectada al plano de las emociones y sentimientos, por lo cual es común, que las reacciones de estas personas tengan un tono a veces dramático o teatral, que muestren gran exaltación en una discusión, o en algún momento de angustia. También se encuentran muy conectados al plano corporal, por esto es que cuando presenta algún síntoma(conflicto psicológico), no sabe exactamente qué sucede, a qué se debe, siente angustia pero no sabe a que se debe, muchas veces ni siquiera siente esta angustia, la cual se traduce en inervaciones somáticas. En la época en la que Freud investigo la personalidad histérica, se encontraba históricamente, en plena sociedad victoriana, la cual era muy represiva y se caracterizó por una moralidad profundamente conservadora, que promovía un estricto puritanismo sexual. Todo lo que se vinculaba con la sexualidad era altamente reprimido, conformando un tabú social. Partiendo de la base de que somos seres sexuales y sexuados, los síntomas histéricos en esta época eran tan alevosos como una parálisis, vómitos, ceguera, sordomudez, amnesia, sin ninguna explicación orgánica, hoy en día gracias a que vivimos en una sociedad más flexible y de mente un poco mas abierta, los síntomas histéricos corporales no se presentan con esta magnitud.

En cuanto a personalidad obsesiva, ésta se caracteriza por una moral muy severa, lo cual los convierte en víctimas de la culpa, esta moral es tan estricta que ante cualquier trasgresión a la misma por más mínima que esta fuere, aflora el sentimiento de culpa, que genera angustia.

Si en la histeria hay una conexión con las emociones, sentimientos y con el cuerpo; en la obsesión la conexión se establece en el orden del pensamiento, son personas intelectuales, racionalizan, reflexionan, piensan, sus síntomas se presentan en el orden del pensamiento, y en el orden de las acciones (higiene, prolijidad excesivas),  son personalidades muy criticas y exigentes, “es como un asunto privado del enfermo, renuncia casi por completo a manifestarse en el cuerpo y crea todos sus síntomas en el ámbito del alma”.

“la neurosis obsesiva se exterioriza del siguiente modo: los enfermos son ocupados por pensamientos que en verdad no les interesan, sienten en el interior de sí impulsos que  les parecen muy extraños y son movidos a realizar ciertas acciones cuya ejecución no les depara contento alguno, pero les es enteramente imposible admitirlas”.

Otras características de la personalidad obsesiva son “(…) una testarudez extraordinaria, por regla general poseedor de dotes intelectuales superiores a lo normal. Casi siempre ha conseguido una loable elevación en el plano ético, muestra una extremada conciencia moral, es correcto mas de lo habitual”

Si lo característico de la histeria era la queja, lo característico de la obsesión es la duda, se presentan como escépticos y  la duda corroe todo, hasta de lo que solemos estar más seguros, lo que desemboca en una creciente indecisión, que los paraliza convirtiéndose en una restricción de la propia libertad.

Anteriormente se hablo de la queja histérica y cómo la misma versa sobre una eterna insatisfacción, ante ésta queja, el obsesivo (por sus características estructurales) se queja, se enoja muchas veces, pero inmediatamente después trata de satisfacer esa deseo que reclama a esa queja histérica (Ejemplo: “no me querés (queréme), no te importo (demostrame que te importo)”).

Histeria y obsesión son modos de responder al deseo, el deseo en la histeria es un deseo insatisfecho y en la obsesión un deseo imposible. El obsesivo quiere a un otro que no desee y para lograrlo, puede pasarse la vida trabajando para satisfacer el deseo de una persona histérica sin lograrlo nunca, ya que no puede ver que lo que la histérica le pide, no es lo que desea. No obstante, puede continuar intentándolo infinitamente porque supone que satisfaciéndolo ya no le pedirán más nada, como si pudiera extinguirse el deseo, lo que no sucederá ya que el sujeto siempre desea, el deseo es el motor de la vida, cuando ya nada se desea, solo se desea la muerte. Por otro lado, la persona histérica cree que si su deseo es satisfecho, entonces el otro no la deseará más y algo de razón tiene, hecho que es probable si ese otro es obsesivo. Esta es la paradoja del obsesivo: cuando logra aniquilar el deseo de su partenaire también muere su propio deseo y entonces ya no desea a ese otro (pareja).

Ante esta situación hay una frustración doble: ni la persona histérica logra su ansiada satisfacción, ni la persona obsesiva puede satisfacer esta insatisfacción histérica. Es aquí donde aparecerá la falta, la imposibilidad de ambos de lidiar con esa insatisfacción que los frustra, la ardua tarea para ambos será ésta, aceptar ese imposible, aunque implique una gran herida narcisista.

"Te voy pan, quieres sal
nena nunca te voy a dar
lo que me pides...

Te doy Dios, quieres más
es que nunca comprenderás
a un pobre pibe..."- Seru Giran - Seminaire



Frases extraídas de: Sigmund Freud: "Conferencia 17: El sentido de los síntomas"

Fuente:http://diacronicomomento.blogspot.mx/2011/09/una-pareja-dispareja.html?m=1

La Personalidad Histérica


Histeria procede del griego hysteros, que significa útero.

Hoy en día, se confunde el término con el insulto. Voy a intentar esquematizar, cosa nada fácil, lo que es el verdadero término histeria. Intentaré huir de conceptos puramente psiquiátricos que harían poco inteligible el texto.

Para empezar, diré que ni siquiera los psiquiatras, psicoanalistas o psicólogos, están de acuerdo en lo que implica este término. Por otro lado, cabe diferenciar lo que es neurosis histérica, como patología, y lo que es una estructura de personalidad histérica normal.

La enfermedad (neurosis histérica) conlleva la aparición de los síntomas típicos de la somatización, cuyo estadío final más conocido son los desmayos teatrales con movimientos convulsivos, aunque hay cientos de síntomas que pueden ser reproducidos en esta enfermedad. Afecta al 1% de la población, la mayoría mujeres, con lo que su frecuencia podemos observar que es realmente alta.

Pero no es de la enfermedad de lo que hoy quiero hablar, sino de la personalidad histérica, mucho más extendida que la neurosis y también mucho más frecuente en las mujeres. Para compensar, el próximo tema a tratar será “El niño rey”, muy similar a la histeria, pero predominante en hombres.

La estructura de personalidad histérica nada tiene que ver con algo insultante, eso lo quiero dejar claro, no es mi objetivo meterme con estas mujeres, sino intentar describirlas para conocerlas y, en su caso, saber comprenderlas y tratarlas. En todo momento me expresaré en femenino, como lo haré en masculino cuando hable del niño rey, aunque eso no significa que no hayan hombres histéricos.

Origen de la histeria
Los autores no se ponen de acuerdo en este punto (ni en este ni en otros muchos), por lo que expresaré mi opinión al respecto. Por consiguiente, lo que voy a escribir no se puede tomar como algo científico ni demostrado, pues no hay un nivel de evidencia elevada. Se debe tomar como una reflexión sobre lo que he leído y conozco personalmente (un porcentaje altísimo de histéricas tienen síntomas de mi especialidad).

Como en cualquier aspecto de la personalidad, la genética debe jugar un papel importante en el “ser histérico”, pero esto no se ha comprobado. El hecho de afectar predominantemente a las mujeres, a pesar de tener los mismos condicionantes en la primera infancia que los hombres y, que esta personalidad ya se manifieste en los primero años de vida, sugieren la existencia de un mecanismo genético, que en ningún momento se debe considerar como un factor determinante sino más bien como una tendencia.

Factor emocional: la separación de la madre (o de la persona que tenga el papel maternal) en el primer año de vida, la falta de caricias, abrazos y contacto físico y de una seguridad en el entorno puede ser el origen más probable de esta patología. La angustia y pánico del bebé al verse solo, aislado y frágil, con una contínua llamada de atención mediante el llanto que no es respondida por los progenitores. Este es el inicio de las dos características sobresalientes de la personalidad histérica: la separación y el miedo a no-ser.

Características de la histeria
La nula tolerancia al abandono y el miedo a no-ser (la necesidad de ser tenida en cuenta junto al miedo al compromiso) conforman las características fundamentales de estas mujeres:
1. Dependencia emocional. Tienen una necesidad imperiosa de “colgarse de alguien”. Para conseguirlo recurren a:

2. Un impulso irrefrenable de llamar la atención. Si no lo consiguen, vendrán las tan temidas pataletas. Dependiendo del entorno en que se muevan, llamarán la atención de determinada manera: pueden ser las más religiosas o puritanas, en un determinado medio, o hipersexuales y amorales en otro. Lo que haga falta para conseguir la aceptación.

3. Su primer arma siempre es la complacencia. Intentan dar todo lo que suponen que lo demás quieren. Sólo si no lo consiguen complaciendo echarán mano del chantaje e incluso la violencia. Con los hombres son seductoras y exhibicionistas, con las mujeres, sufridoras y teatrales.

4. Percepción interesada: sólo ven lo que quieren o les interesa ver. No hacen introspección, odian mirarse a sí mismas. Actúan para atraer la atención y retenerla. Son actrices que hacen el papel que necesitan en cada momento, pero sólo son actrices, detrás del personaje no hay nada más. Esto nos lleva a otra característica:

5. Paradojas contínuas. De un gran y salvaje apego pueden pasar al más despiadado odio en la ruptura. De aparentar ser una mujer hipersexuada a ser frígida en la cama. Pero no hay una elaboración consciente. Para ella el universo es tal y como lo percibe en un momento dado y en su estado de ánimo actual. Lo que hoy es blanco, mañana es negro con la misma certeza.

6. Relación de pareja muy difícil, imposible de comprender por el compañero. Hay una necesidad enfermiza de ser amada, pero la supuesta necesidad de dotar de seguridad a la relación se ve continuamente sorprendida por una necesidad paradójica de poner a prueba continuamente esa relación. Recelan continuamente de la sinceridad del sentimiento del otro e incluso necesitan demostrar su hipocresía. Imploran y suplican depender del amor del compañero y a la vez verifican que a ese amor le falta alguna cualidad esencial. Pasan del “no puedo vivir sin ti” al “tu amor no es bueno”. Del amor más teatral al odio más vengativo. Divorciarse de una mujer histérica puede llegar a ser terrible. Muchas de las falsas denuncias de malos tratos y de los “raptos legales” de hijos proceden de mujeres así.

7. Toda histérica es inmadura. La madurez es el antídoto perfecto contra la histeria. Los adultos no pueden dedicarse a fantasías y anhelos de adolescentes sin llegar a ser progresivamente inaceptables a medida que la edad avanza.

8. Sufren más que nadie y llevan este sufrimiento más como un orgullo que como un dolor. Una madre que no sufra con sus hijos no es buena madre. No existe una mujer que no le haga sufrir su marido.

9. Suelen buscar un cierto tipo de hombre: maternales. Están siempre a su disposición, siempre la comprenden. Son fácilmente manipulables y se convierten en los voceadores de su dolor.

En resumen: cásese con una histérica y no se aburrirá jamás.


El niño rey:http://adictoalagente.blogspot.mx/2009/02/el-nino-rey.html

Fuente:http://adictoalagente.blogspot.mx/2009/02/personalidad-histerica.html

La disculpa neurótica

No pidas perdón si no vas a cambiar


Sólo hay algo peor que agredir verbal o físicamente a un niño: hacerlo a menudo. Y sólo hay algo peor que agredirlo con frecuencia: disculparnos continuamente por ello. Contra la apariencia de humildad y ánimo reparador y conciliador por parte de los adultos, las disculpas rutinarias, lejos de minimizar las heridas infantiles, sólo ayudan a agravarlas. ¿Por qué?

Los niños no quieren disculpas, sino seguridad. Amor. Su misión no es perdonar a los adultos, sino ser amados por éstos. Etcétera. Por tanto, si nuestros errores son muy ocasionales, pedirles disculpas tiene todo el sentido, ya que así les demostramos que admitimos nuestra equivocación, que nos duele el daño que les hemos causado, que deseamos repararlo, que seguimos amándolos, etc. Pero si nuestros fallos, nacidos directamente de nuestra neurosis, se repiten continuamente sin solucionarse jamás, entonces nuestras disculpas tienen un valor muy distinto. Forman parte de nuestra neurosis y son, por ello, claramente tóxicas para los niños.

Los mosquitos, al picar, inyectan un anestésico que impide a sus víctimas defenderse apropiadamente. Igualmente, la disculpa crónica sin soluciones, nacida no tanto del amor cuanto de los sentimientos de culpa del adulto, confunde y desarticula la capacidad de respuesta del niño de varias maneras. Por ejemplo:


  • la disculpa intenta engañosamente "convencer" al niño de que es más amado de lo que realmente es (pues de otro modo no sería habitualmente agredido);
  • inhibe (reprime) su legítima -y necesaria- respuesta de enfado, odio y resentimiento;
  • le hace sentirse culpable por experimentar precisamente esas reacciones tan "injustas" frente a un agresor/a tan supuestamente "bueno" e "inocente"; 
  • le desarrolla deseos antinaturales de "proteger" al adulto;
  • le crea sentimientos de desconfianza, descrédito y rebeldía frente al adulto, ya que las palabras de éste nunca van acompañadas de hechos, de cambios, de mejoras reales.


En consecuencia, las disculpas inútiles de las madres y padres neuróticos van enseñando a sus hijos que:

  • el amor es una vivencia dolorosa, frustrante y basada en "perdonar", es decir, en tragarse los errores ajenos en vez de protegerse/reaccionar adecuadamente frente a ellos; 
  • es mejor, pues, negar la realidad, sobrevalorar e idealizar a los padres;
  • es mejor, con más motivo aún que cuando no hay disculpas parentales, desconectar de la propia soledad, de las verdades íntimas, de la dignidad, de la autoestima.  Neurotizarse.


Así, una vez más y como cabía sospechar, pedir perdón en vano -lo mismo que querer perdonar compulsivamente- es un síntoma más de la neurosis individual y social. Otra faceta del Cuarto Mandamiento. Un arma más de dominio y encubrimiento de las infinitas violencias cotidianas que se perpetran contra los niños -pero también entre adultos- en los millones de hogares.

Por JOSÉ LUIS CANO GIL
Fuente:http://www.psicodinamicajlc.com/_blog/pivot/entry.php?id=355#.VNJOrtLF_Ic